viernes, 5 de abril de 2013

Alegría y recuerdos

Hoy me gustaría hablar de los recuerdos. ¿Qué es un recuerdo sino un momento que mantenemos en nuestra mente de forma involuntaria? La razón por la que recordamos momentos es simple: han significado algo en nuestra vida. Incluso aquel que pensamos que es estúpido y varias veces nos preguntamos "¿acaso no podría olvidarme de esto y meter algo más importante?". Yo también lo pienso a menudo; y haciendo mención a mi clara bipolaridad que me acompaña día tras día, al momento pienso "no, es mejor que todo siga así". Y lo explicaré ahora.
Hay algo que me sorprende bastante en lo relacionado con este tema: si es un recuerdo triste el que se nos viene, sentimos pena, tristeza: reconstruímos aquella situación tan dolorosa en el pasado, en el propio presente. Sin embargo, estos recuerdos acaban, en su mayoría, con una sensación alentadora y confortable: sabemos que ya ha pasado y que el presente es diferente, y ya al menos no sentimos esa sensación de dolor tan fría como en aquel momento. Pero ahora, paremos a pensar en qué pasa cuando recordamos algún momento feliz: nuestra cara irradia alegría, aquello de lo que nos orgullecemos de recordar por el buen momento que significó para nosotros. Como diríamos en inglés, en ese "significó" está la key. Que un momento feliz se esfume a tiempo real nos entristece y acaba, curiosamente, en una sensación mayoritariamente nostálgica o de añoranza. Por lo que, hablando claro: las cosas malas que pasaron y a las cuales nos hemos sobrepuesto,  nos alegramos de que ya terminasen; mientras que las buenas, las miramos tristemente desde la lejanía.
Pues yo querida gente que pueda leer esto, me quedo con esos recuerdos "estúpidos" que mencioné al principio. Porque la mayoría son tan ilógicos que se nos hace incomprensible sentir cualquier sentimiento negativo hacia ellos, y precisamente al recordarlos, sonreímos, o soltamos una breve risilla...porque al final resulta que lo más simple es capaz de resolvernos nuestros problemas más complejos con lo que yo denomino el antídoto a la tristeza (quizá espontáneo, quizá con poder cicatrizante) : la alegría