sábado, 1 de junio de 2013

El equilibrio siempre vuelve.

No me apetece decir buenas tardes hoy. Ni malas tardes, simplemente diré injustas tardes a todos. Ni tampoco voy a escribir una introducción a esta entrada.
Increíble facilidad la que tiene la vida para quitarnos aquello que ansiamos o tenemos. La vida es el pelele de algo más importante. Para mi es Dios: destino, karma...llamadlo como queráis. Un día te da algo en lo que creer, algo que alimentar, y cuando ya lo hemos cebado con esperanza y cariño, nos lo arrebatan. Y duele. Duele hasta el punto de dejarnos vacíos de estima, de ganas, de fuerza...¿Acaso podemos quejarnos? Todos los humanos somos fruto de un proceso similar ¿hemos hecho algo para existir? ¿hemos hecho algo para desaparecer? (bueno...).Cuando la balanza está arriba es fácil dejarse llevar y confiar en que la vida continuará sonriendo, pero cuando baja hasta rozar el suelo, lo normal es permitir que la ira y la depresión se apodere de nuestros pensamientos. Las personas somos culpables del desequilibrio de esta balanza, nuestra actitud avala esta idea. A veces el de ahí arriba tiene que pegarnos un toque, y aunque muchisimas veces lo consideremos cruel o injusto, a veces nos da lo que ni siquiera habíamos pedido ¿Por qué quejarnos si nos quitan algo que en un principio no habíamos querido? Pues yo me quejo, y me quejo porque soy humano. Y como soy humano e imperfecto, voy más allá: me quejo sin razonamiento. Y no tiene nada de malo...ayer lo comprendí. Quejarse es bueno. Llorar es bueno. Estar triste es bueno. Estar enfadado es bueno. Desanimarse es bueno. Pero si me permito el lujo de hacer todo esto, dejadme al menos decir que estoy obligado a luchar, porque luchar no es bueno, luchar es lo que hay que hacer. Luchar es una obligación, y levantarse y pelear también.
Y una vez pasada esta fase, toca volver al principio...ahora solo puedo ser paciente, solo podemos ser pacientes. Todo forma parte del plan de la vida, y quizá ahora no era el momento. Pero cuando llegue, vamos a depositar el doble de nuestras energías, de nuestras ganas, y vamos a volcar toda nuestra felicidad en ello. Porque entonces podremos decir, que el equilibrio volvió. La justicia volvió.