sábado, 4 de mayo de 2013

La polaridad de los sentimientos.

Buenas noches. Muy buenas adentradas noches. Acabo de terminar de ver una película: Blade Runner. Trata sobre la obra "Frankenstein" , de Mary Shelley. La mayoría conocen de que va la historia en líneas generales: una persona trata de crear vida artificial y el resultado de ello es un monstruo al que popular y erróneamente se le atribuye el nombre de Frankenstein. Y, al terminar de verla, no tengo la misma sensación que siento cuando termino de ver cualquier película. Es como si, involuntariamente, me hubiese dado una enseñanza, como si me hubiera abierto una pequeña puerta hacia una parte de la verdad. Y eso es lo que voy a tratar de comentar.
¿Qué ideas he sacado de esto? Pues que a veces nos ciega la ambición, y no atendemos a posibles consecuencias. También he aprendido que a la primera de cambio somos capaces de desechar montones de horas de trabajo por comienzos difíciles. Además, he visto como amor y rabia son capaces de habitar dentro de una misma persona y crecer asíduamente, así como pequeñas decisiones son vitales en sendos desarrollos de tales sentimientos. Pero yo me quedo con el que considero el pensamiento más fuerte que me ha inducido ver esto, y es que cualquier sentimiento desfallece ante el poder del origen, el poder las raíces. Aún dominados por la ira, llega un momento en el que se distingue con total perfección la verdad. Y la verdad no es otra cosa que lo que somos y lo que nos rodea. Es una pena que continuamente nos engañemos dándole importancia a elementos sin valor, y que necesitemos un momento de alta tensión o insostenible para reaccionar con la que debería haber sido nuestra reacción inicial.
Pero a veces, los que sufren tales efectos, no son los culpables. Voy a cerrar esta entrada con un pensamiento que salió en una de mis clases hoy: "el ser humano debe responsabilizarse de las decisiones que le rodean, aunque algunas de ellas no hayan sido tomadas directamente por él; porque es su naturaleza, es su destino."