lunes, 22 de abril de 2013

Parece que el mundo se nos va.

¡Hola a todos! Bueno, pues vuelvo a la actividad después de una semana de feria un poco extraña, pero al fin y al cabo, descansadito y con la energía repuesta. Precisamente en los tiempos que corren, eso no lo pueden decir muchos...desgraciadamente. ¿Alguien puede decirme que le pasa al mundo?
Me encanta hablar del ser humano, la verdad. Y de su infinita e insaciable capacidad para avanzar y evolucionar, pero cada vez pienso que el verdadero virus de la sociedad es ella misma. Vivimos en un mundo notablemente descompensado, además, me atrevo a decir, en la mayoría de los campos que lo componen. Hablo de economía, de evolución,  de medios, de conocimiento, y lo que más me enerva: de justicia. En una sociedad en la que la discriminación está constantemente presente y sólo unos pocos tratan de evitarlo sin emplear inútiles y falsos remedios, a veces cuesta creer en toda esa luz que emana de toda persona por naturaleza.
Por todo esto, quiero felicitar a todas aquellas personas (entre las que me incluyo) que luchan día a día por acabar con tanta injusticia, a todos ellos que son capaces de abstraerse de todo lo malo para potenciar lo bueno, cada uno a su manera, como debe ser. Sin embargo, parece que algunos no piensan igual. Como dice el título de esta entrada, parece que en esta semana pasada, el mundo iba a explotar. No contentos con todos esos problemas que "van de serie" con él, surgen otros nuevos. Hagamos recuento de los sucesos que han pasado esta semana: Boston, Wako, China... (gracias a dios que Londres no se adhirió finalmente a esta lista, al igual que espero tampoco se una Madrid). En una semana hemos sido testigos de actos terroristas, explosiones y hasta terremotos; todos dejando horribles consecuencias y devastadores hechos. Campos tocados por la radiactividad, barrios destruídos por seísmos, cientos de heridos, y lo peor: muertes. Mala suerte de aquel que muere por un desgraciado haz del destino, pero pobre de aquel que piense estar dotado de la capacidad de elegir quien vive y quien muere. ¿Entretenimiento? ¿Poder? ¿Libertad? A ver, puedo seguir, si la lista de falsas excusas es interminable; la verdadera realidad es que las vidas de varias personas han sido destruidas injustamente.
Cuando el hombre juega a ser Dios fracasa, y cuando antepone un objetivo a cualquier persona, también lo hará. Asi pues, solo me queda clamar que entremos en cordura y sigamos adelante, luchando por la justicia y la vida.