dejando atrás mis huellas llenas de desesperanza.
Mi llama se apagaba segundo a segundo,
el destino parecía estar planeando su venganza.
Alcé la vista y ahí estaba él,
puro, magistral, eterno y jovial,
sentía su movimiento en mi piel.
Era tal su grandiosidad que decidí acercarme,
el ritual había comenzado, era el momento.
Lentamente, empecé a presentarme,
era una simple alma, movida por el viento.
Tan azul y vivo...podía percibir su sabiduría.
Lo había conseguido, cumplí mi cometido,
con solo mirarlo, mi vida llenó de alegría.
Muy bonito :)
ResponderEliminarUn beso